La conquista castellana de La Palma, iniciada el 29 de septiembre de 1492, apenas duró seis meses. Al año siguiente casi toda la isla había quedado sometida, con una única excepción: el reino de Aceró, acaudillado por Tanausú y que ocupaba la actual Caldera de Taburiente. Solo una captura a traición, propiciada por unas falsas conversaciones de paz, consiguió doblegar a los indígenas palmeros. Cuentan las crónicas que, al hallarse cautivo y encadenado, Tanausú se dejó morir de hambre.
ABREU GALINDO, Fray Juan de; Historia de la conquista de las siete islas de Canaria (Goya Ediciones, 1977)