Cuenta la historia, que en el siglo XVI, en fechas navideñas, los Franciscanos abrían las puertas de los conventos invitando a los vecinos a escuchar pequeños conciertos religiosos a cambio de ofrendas y limosnas para poder celebrar la misa del 24 de diciembre.
Esta recolecta sigue viva hoy en día, siendo conocida como «cepillo»
Según el ingeniero militar Torriani, esos cánticos eran iguales a los cantados por los antiguos » Guanches » en toda Canarias.
Aquellas reuniones en las plazas de los conventos, pronto fue imitada, posiblemente por los jóvenes, extendiéndose rápidamente por los barrios de la ciudad.
Esta tradición centenaria fue variando con el transcurso de los años llegando a lo que hoy en día conocemos como «LO DIVINO».
Eran reuniones de vecinos sentados junto al fuego y cada uno aportaba lo que buenamente podía, siendo los productos de la época los más representativos, vino nuevo, castañas, miel, manzanas..
El día uno de noviembre, se celebra en todo el mundo el día de los FINAOS » muertos», y esto conlleva la tradicional misa en honor a todos ellos y por consiguiente, la nombrada recolecta.
Tiempos difíciles para una población mayoritariamente pobre y con falta de recursos y es aquí, donde la tradición navideña se adelanta para recabar limosna y poder celebrar la misa de difuntos, pasando de llamarse villancicos a Rancho de ánimas.
En la actualidad, esta tradición está casi extinta, siendo en Gran Canaria y Fuerteventura donde más grupos de «Rancho de ánimas» existen en toda Canarias, incluso registrados como tales.
“En la noche de difuntos, entre el día uno y dos de noviembre. Antiguamente se velaba toda la noche haciendo cuentos y chascarrillos, bebiendo vino y comiendo castañas, nueces y dulces. En la actualidad los «finados» se siguen celebrando en los medios rurales con timples, guitarras, bebidas y enyesques, llegando en muchos clases matazón de un cerdo pequeño.»